La primera vez que vimos Verano Azul se nos humedecieron los ojos con la muerte de Chanquete y el final del verano. Las ocho siguientes estábamos deseando que palmara de una vez el viejo marinero de los cojones que tenía más vidas que un gato y pusieran otra serie más interesante y moderna, fuera Corrupción en Miami (no confundir con Singapur) o El Superhéroe Americano (no confundir con el hijo de otro pescador que también iba de superhéroe salvador).

Es lo que tiene saberse la historia de memoria, su trama y el desenlace. A base de repeticiones, los acomodados programadores de Televisión Española pretendían que los adolescentes permaneciéramos pegados a la pantalla durante unos minutos al día, verano tras verano, y que no diéramos la coña a nuestros sufridos padres que aprovechaban para echarse la siesta o un tinto de verano, según el horario de la reposición. También nos venía bien para hacer más amenas las dos horas de digestión previas al baño, esas dos horas de reposo digestivo que nos salvaban de morir de un irremediable corte de digestión en la playa, el río, la piscina o la bañera.

El primer año de emisión, la serie de Mercero fue un auténtico fenómeno social, rompió moldes, “engatussó” a todo un país que de una manera intergeneracional se sentía identificado con alguno de los personajes y situaciones que se desarrollaban, siempre alrededor de una mezcla de ingenuidad, adolescencia y despertar a la madurez.

Toda esa credibilidad e identificación se fue diluyendo conforme nosotros íbamos cumpliendo años y reponían la serie una y otra vez. Ya cansaba, nos parecía incluso ñoña. Ya no éramos los párvulos espectadores fáciles de manejar emocionalmente.

“El final del verano” aquella canción que cantaba el Dúo Dinámico en su capítulo final, en vez de producirnos la nostalgia de la primera vez,  ahora nos producía la alegría de que por fin, por séptima u octava vez, acababa la serie. Los acordes de “No te echaré de menos en septiembre” que cantaban Los Piratas se imponían como melodía.

Vuelve septiembre y sus clásicos: la vuelta al cole, los coleccionables que no completaremos y las promesas de Meriton que esta vez sí va en serio, que ahora van a gestionar bien el club, que lo de antes no valía. Pero no cuela, ya van varias temporadas (igual o más que las reposiciones de la serie de Mercero) con un argumento que pese a que los actores han cambiado, sigue siendo absolutamente el mismo, el de siempre. Una trama en la que el Valencia sigue siendo un medio y no un fin,  un instrumento a disposición de Meriton y sus amigos para fines totalmente ajenos a los intereses de nuestro equipo centenario. Que no, que ya no nos los creemos y solo se pueden dejar engañar los que reciben alguna contraprestación a cambio (estos son mis principios pero por un carguito en el club puedo cambiarlos) o los que siguen haciendo dos horas de digestión previas a meterse a la piscina. Mientras tanto el club, con el agua al cuello.

-¡¡Chanquete ha muerto!!

-Coño,¿otra vez?

Desde el Tendido 7 de Mestalla, capital del mundo. Del amor a un sentimiento al humor de una afición, ¡Amunt Imperio Cheaustrohúngaro!

@MESTALLIDOS

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