JR MARCH, EL RESTAURADOR DE HISTORIAS.
Quedé con José Ricardo en “Los Trasnochados”, un after del polígono de Silla. Cuando hizo aparición, los parroquianos se le giraron mientras murmuraban comentarios del tipo “Mira, un historiador del Valencia, pobrecillo”, “Qué mala vida debe haber llevado para conseguir publicar un texto semanal en prensa durante tantos años”, “Se le ve muy delgado, normal, al final esa mala vida te pasa factura”.
Para evitar altercados, pusimos rumbo al bar del Ikea de Albal, compramos unas rosquilletas Deluxe y nos sentamos en la sección de sillas donde no encontramos ninguna de enea. Allí, ante la mirada sorprendida de los clientes que caminaban en una única dirección siguiendo las indicaciones de las flechas (parecían una mezcla de secundarios del vídeo Thriller de Michael Jackson y monchitos cartulineros de Peter Lim) dimos comienzo a esta conversación.
1-Tu nuevo libro tiene más columnas que el Partenón o el Nou Mestalla. Tuviste que hacer una selección de todos los textos que escribiste en Las Provincias entre 2016 y 2022. ¿Qué criterio seguiste? ¿Te fue sencillo?
Desconozco el número de columnas con que cuenta el Antic Nou Mestalla (el Partenón, según la Wikipedia, tiene ocho en cada cara corta y diecisiete en las largas. Total, cincuenta), pero sí, es bastante posible que “Silla de enea” supere en esta estadística al magno coliseo soleriano-soriniano-llorentiano-salvista-meritónico soñado por Rita Barberá y Paco Camps y diseñado y requeterreformulado por Mark Fenwick: los textos que sujetan mi libro son, exactamente, ciento cincuenta. Como durante mi etapa como emborronador de páginas en “Las Provincias” escribí doscientos ochenta y seis artículos (más algún reportaje o pieza suelta, que también valen para la cuenta), la selección se antojaba bastante compleja. Y, como buen indeciso y entrenador frustrado, puedo prometer que pasé horas llenando cuartillas con alineaciones con “probables” y “posibles”. Al final, una forma de escoger qué quedaba dentro y qué quedaba fuera de la convocatoria fue aplicar el olfato a lo publicado: aquellos escritos que olieran más a archivo e historia (un perfume, a veces, poco fragante) tenían billete asegurado a la inmortalidad bibliográfica -he aquí, niños, la bonita figura retórica de la hipérbole-. Tampoco pude dejar de incluir aquellas columnas en las que explicitaba mi postura ante la deriva del Valencia bajo el limismo, por aquello de poder demostrar que uno siempre se mantuvo en sus trece a pesar de todo y todos. Por último, me di el capricho de integrar en el proyecto de libro aquellos textos que creía más o menos homologables a una literatura modesta, de baja intensidad. Aunque luego, claro, se ponen las columnas al lado de las de maestros como Nadal o Chilet y al que suscribe se le va la tontería rápidamente.
2- ¿Entiendes ahora que la labor de Baraja como entrenador, teniendo que dejar a algunos jugadores fuera de la convocatoria, es más chunga de lo que a muchos les parece? ¿Alguna de las columnas que se han quedado fuera ha protestado?
Hay columnas aparentes aunque protestonas cual jugador tribunero que reclaman su espacio en la posteridad literaria, pero que han de conformarse con vegetar a la espera de que algún historiador o estudioso de la prensa local las rescate dentro de un porrón de años. Seremos cautos, por aquello de mantener la educación y las formas, y diremos que sí, que algunas podrían haber estado en el libro, pero que cayeron en alguno de los cortes previos a la edición final.
3- En estos tiempos de velocidad, virtualidad y sillas de gamer, ¿crees que hay lugar y tiempo para volvernos a sentar en sillas de enea para contemplar e interpretar la actualidad con calma y perspectiva?
Debería haberlo, pero el maremágnum ultracapitalista y megacomercial que envuelve al fútbol, que lo mantiene en la práctica secuestrado (bajo un acusado síndrome de Estocolmo, todo sea dicho) y lo está matando a fuera de ahogar su esencia y de alejarlo de sus aficionados (ahora, “fans”, que es, en mi opinión, una manera más suave de decir “clientes”), dificulta esa mirada sosegada que entronque con el pasado (cuyo conocimiento permite averiguar, o al menos intuir, las claves del funcionamiento de una entidad y su relación con su entorno). Hoy el que se preocupa por estas cuestiones es visto como un plasta, un friki o un tipo demodé. Esto quizá suene mucho a viejuno y a visión apocalíptica, y no habrá quien deje de recordarme que toda la vida ha habido cascarrabias se han quejado ante la modernidad. Sin embargo, desde mi punto de vista, una cosa está clara: el niño que crece con el actual deporte mercantilizado, presentista, que presta poco o nada de atención a sus cimientos y que queda deslumbrado por la fulgurante estela del Cavani de turno, será en el futuro más maleable y manipulable en materia futbolística y tendrá más opciones de cambiar de equipo en cualquier momento de su vida. Espero, por el bien de todos, que el fútbol de franquicias tarde todavía mucho en asentarse en España. De lo contrario, acabaremos viendo un VLC-Bats blanquinegro establecido en Kuala Lumpur (o Johor) con una etiqueta que rezará “since 1919” a modo de único vínculo con su origen. Menuda faena, ¿no?
4- ¿Qué importancia le concedes al relato del club? ¿Tenemos lo que merecemos por no haberlo sabido cuidar?. Tengo la impresión de que históricamente lo hemos descuidado sin darle la trascendencia que merecía, mientras otros clubes lo han amplificado todo lo que han podido incluso recurriendo a la imaginación o directamente al invento.
Una importancia enorme porque establece unos cimientos mínimos que sostienen la estructura de los clubes durante su trayecto vital (unos clubes que, recordemos, no han nacido anteayer, sino que son el producto de muchos avatares vividos a lo largo de décadas) y marca los caminos abiertos y fallidos por los que han transitado a lo largo de su historia, indicando líneas de acción. Es cierto que el relato puede ser sobado, manipulado o enriquecido con omisiones o añadidos interesados. Pero el nuestro ha aguantado sorprendentemente bien hasta fechas recientes, seguramente por su potencia. Por ello discrepo (aunque en su momento yo también pensaba algo parecido) respecto a lo que comentas sobre el descuido del relato. Durante muchísimo tiempo la narración sobre el ayer del Valencia se trasladó a través de dos vías: una ágrafa, articulada a partir de la memoria oral, y otra escrita, que quedaba diseminada en pequeñas piezas periodísticas publicadas en medios muy dispares. La primera plasmación en un libro de dicho relato llegó en 1941 con un modesto volumen de Sincerátor, aunque no sería hasta finales de los sesenta y principios de los setenta cuando los hermanos Hernández Perpiñá dieron forma definitiva a los manuales básicos de historiografía valencianista. Sus trabajos, hercúleos, son producto de sus investigaciones (muy limitadas por su actividad profesional) y de la sociedad en la que vivieron (por lo que, lógicamente, omiten episodios o personajes incómodos durante el franquismo), y ha tardado en ser revisado (como ocurre con cualquier obra canónica, por otra parte). Algo que me gusta y enorgullece es que a lo largo de las dos últimas décadas han brotado como setas voces que lo han ampliado y actualizado, y creo que podemos estar orgullosos de ello. Ninguna afición del mundo puede presumir de tener un instrumento tan completo, útil y evocador como Ciberché, por ejemplo, que es puro relato. Otra cosa es que el club no aproveche las enseñanzas que derivan de su historia o tarde, quién sabe por qué, en incorporar o asumir el resultado de estas investigaciones o experiencias.
5- Imagina que te encuentras una lámpara mágica, sale Eugenio y te dice: Saben aquel que diu que le concedo a J.R. un deseo…De las muchas reivindicaciones históricas que aún debe hacer el valencianismo y aún están pendientes, elige una y se te concede inmediatamente. ¿Cuál escogerías?
Como creo que no colará la de devolver la propiedad de la sociedad a sus aficionados, me gustaría que el Valencia recuperara su apelativo tradicional (Valencia Football Club -o, si se quiere, Valencia Fútbol Club, por aquello de mitigar el anglicismo-) y que retomara la actividad de las secciones deportivas, que Paco Roig se cargó de un plumazo a mediados de los noventa con la excusa de que eran “demasiado caras”. Costaban menos, por cierto, de lo que él se embolsaba como “presidente profesional” de la entidad.
6- De todos los logros que tus columnas reivindicativas han conseguido, ¿de cuál te encuentras más satisfecho?
Partiendo de la modestia de los logros que apuntas, me siento muy orgulloso de haber ayudado a la recuperación oficial de presidentes olvidados del Valencia como Rafael Bau o Josep Rodríguez Tortajada (aunque este último es un logro colectivo) y también de haber evitado que los restos de un personaje esencial en la historia del fútbol valenciano como Ramón Leonarte fueran arrojados a una fosa común. Asimismo, creo que mi labor ha sido importante para desbrozar algunos caminos repletos de espinas: dar con el verdadero nombre y relatar las circunstancias del segundo entrenador en la historia del Valencia, Jimmy Elliott; recuperar historias de nuestro equipo durante la Guerra Civil que nunca se habían contado; relatar las peripecias de la colonia valenciana de México, repleta de aficionados valencianistas; explicar con abundante documentación inédita el fallido fichaje de Pelé…
7-Si tuvieras la oportunidad de viajar en una máquina del tiempo, ¿a qué época de los 103 años de historia del Valencia viajarías?
Es difícil, pero siento una querencia especial, que se nota en el libro -y en mis tuits; algún plúmbeo antifán con mucho tiempo libre suele achacarme con cierta regularidad lo pesado que me pongo cuando buceo en archivos y comparto mis descubrimientos- por el período que se extiende entre la fundación del club y el final de la Guerra Civil. En muy pocos años el Valencia nace, a partir de la base de interesantes experiencias como el Español o el Sagunto, y trasciende el ámbito local, convirtiéndose en un verdadero fenómeno social. El ambiente político, social, periodístico y deportivo de aquella Valencia de los años veinte y treinta (de la que salen héroes de masas como Félix Azzati, Manuel Granero, Concha Piquer y, entre los futbolistas, Gaspar Rubio, Eduardo Cubells o Arturo Montes) me fascina.
8-Elige tu once histórico del Valencia, pero no de jugadores por su faceta dentro del terreno de juego, sino de empleados, cargos, aficionados, etc que han trascendido a lo largo de todos estos años. ¿Quiénes son tus imprescindibles?
Uno siempre ha de actuar con precaución, porque tras cada nombre se esconde una o varias omisiones, pero me aventuraré a dar un listado de once personajes sin los cuales el Valencia habría sido muy diferente: Octavio Augusto Milego y Gonzalo Medina (a quienes debemos la existencia de nuestro club); Luis Colina y Vicente Peris (quienes hicieron funcionar la nave de manera espléndida durante casi medio siglo, situando al Valencia en un plano de modernidad); Arturo Tuzón (quien evitó la desaparición de la entidad sorteando el, hasta ahora, momento más difícil en nuestra historia); José Llorca (hombre para todo, a quien el Valencia todavía le debe el homenaje que nunca le tributó); Eduardo Cubells (la primera gran estrella, prototipo de hombre de club), Anton Fivébr y Leopoldo Costa “Rino” (quienes sentaron las bases de la cantera, uno de los grandes secretos de la historia del Valencia) y José Manuel y Jaime Hernández Perpiñá (que moldearon el relato y nos ayudaron a comprender quiénes somos y por qué somos valencianistas).
9- Además de tu pasión por el fútbol, eres un gran aficionado a la música. ¿Qué canciones crees que podrían ser la banda sonora de Silla de Enea?. Y hablando de música, ahora que es un tema de actualidad, ¿qué canción pondrías en Mestalla para que los aficionados la hicieran suya?
Me encantan las canciones que La Gran Esperanza Blanca ha dedicado directa o indirectamente al Valencia (“Bronco”, “Nostalgia de Bell-Ville”, “Mestalla”, “Sarriá 71”, “Volverán”) y creo que por su potencia sonora y profundidad lírica merecen sonar en nuestro estadio. En la preciosa “Mestalla”, por ejemplo, Cisco Fran emplea un fraseo que podría ser adaptado con facilidad por la grada. Llevamos toda la vida buscando una suerte de “You’ll never walk alone” (con algunos éxitos parciales, como los temas de Emilio Solo y Tardor o el cántico espontáneo y emocionante de “Un beso y una flor” por parte del público) y creo que este tema reúne las condiciones para serlo.
10-La bibliografía sobre nuestro querido Valencia, que hasta hace unos años era muy poca, está viviendo una época dorada con la publicación de varias obras estos útimos años. ¿Te atreverías a recomendar cinco?
Sí, de manera breve, centrándome en los últimos veinticinco años y sin andarme por las ramas: “La balada del Bar Torino”, de Rafa Lahuerta, es nuestro abecé sentimental: ahí está todo lo que supone ser del Valencia; “Mestalla, momentos mágicos”, de Paco Lloret, es una estupenda aproximación gráfica a nuestra historia; “Todos los hombres del murciélago”, de Joaquín Borrell, es tan exhaustiva como divertida y proporciona mil claves sobre los protagonistas de nuestro club; “La voluntad de querer llegar” es un esfuerzo colectivo, muy recomendable para el lector que desee iniciarse en el conocimiento de la trayectoria de la entidad; y “El nacimiento de la ciudad deportiva”, de Miquel Nadal, que sin ser un libro dedicado exclusivamente al Valencia, es esencial por lo que cuenta y por cómo lo cuenta: las investigaciones de Miquel son la base de todos los hallazgos historiográficos que vinieron después.
11-¿Crees que el futuro del fútbol pasa por modelos como los del CDCM (club popular al que destinas los beneficios de la venta del libro) donde la afición vuelva a ser protagonista y no meros clientes o consumidores sin voz ni voto?
El modelo del histórico Club Deportivo Cuenca (que, no lo olvidemos, mantuvo en su tiempo una estrecha relación con el Valencia, hasta el punto de convertirse en la base para crear el Club Deportivo Mestalla en 1944) es el mismo, adaptado a nuestra realidad local y a la modestia del club, que encarnan entidades como el FC United of Manchester o el Unionistas de Salamanca: esto es, una sociedad asamblearia, que desarrolla su camino a partir de las decisiones que toma su masa de aficionados; profundamente arraigada en su entorno; con una marcada conciencia social y voluntad de honrar su pasado. Como se ha podido comprobar, estos clubes son perfectamente sostenibles, puesto que su funcionamiento democrático y la continua fiscalización que realizan los socios impiden que dirigentes megalómanos se embarquen en sinsentidos económicos y deportivos como los que han llevado a la ruina a cientos de clubes. Es cierto que el fútbol español, especialmente el de élite, es muy diferente del inglés o el alemán, donde modelos como estos tienen más posibilidades de éxito (ahora bien, reitero, ahí queda el inspirador ejemplo del Unionistas). Pero poco a poco están brotando en cada rincón de la península clubes con parecidos presupuestos e intenciones y eso no deja de ser una esperanza para el futuro. Para mí es un placer formar parte de la estructura del Cuenca-Mestallistes y contribuir a su funcionamiento e invito a todos los lectores a acercarse a conocer su modelo de funcionamiento.
José Ricardo March, autor de Silla de Enea publicado por NPQ Editores.