Se había creado mucha expectación ante la rueda de prensa que Bordalás eligió como vía para despedirse del valencianismo. El extécnico valencianista había descartado hacerlo a través de redes sociales, le parecía una manera muy impersonal y fría aunque no tanto como la forma en que le comunicaron a él su no continuidad para la temporada 2022-23, la última y definitiva falta de respeto de Meriton y los suyos hacia su persona.

La temporada en la que celebraremos el Centenario de un Mestalla  en el que no le permitieron despedirse, es ya una oportunidad perdida para el entrenador alicantino que se despide fundamentalmente con un subcampeonato de Copa que le viene muy bien a su currículum, una final de Copa que desbordó de ilusión al valencianismo, cosa que siempre le agradeceremos y  que al final  también resultó ser una oportunidad perdida por el penalti que erró Yunus Musah. A un paso estuvimos de coronar el espíritu bronco y copero que Bordalás llegó a recuperar en muchos partidos del camino hacia esa final de Copa.

En esas dos oportunidades perdidas, la de entrenar al Valencia durante el Centenario de Mestalla y habernos proclamado campeones de  Copa, poco pudo hacer el ya ex entrenador. No pudo influir en la convicción de Mussa al lanzar su penalti en la Cartuja y absolutamente nada en la dictadura de Meriton a la hora de tomar la decisión de su despido.

Sin embargo, la oportunidad perdida que sí le podemos achacar una buena parte del valencianismo, y quizá la que más nos duele, es la que dejó escapar ayer en la rueda de prensa en la que sí fue protagonista por propia elección y muchos creímos que por convicción. Convocarla oficialmente y ante los medios de comunicación merecía muchísima más implicación. Para decir lo que dijo bastaba una carta de despedida publicada en redes.

Ayer no valía la tibieza ni intentar nadar entre dos aguas, que es lo que hizo. No vale no decir ni una palabra crítica a Meriton y luego fotografiarse en la calle con chavales que llevan meses, algunos casi años ya, gritando «Meriton Go Home». Eso es postureo.

No vale decir “No es el momento” porque equivale al “Dejen trabajar” que pregonan muchos súbditos de Meriton.

No vale decir que “El Valencia tiene un gran futuro” cuando te estás poniendo de perfil hacia quienes pueden acabar con ese futuro.

Y tampoco vale justificar que “todos haríamos lo mismo si te sueltan 700.000 euros de indemnización” porque eso equivale al vergonzoso “Ponlos tú”. Tema aparte es que ese dinero, una vez más, salga de las arcas del propio Valencia.

Meriton es un rodillo de aniquilar credibilidades, cualquiera que acepte un cargo bajo su organigrama ya sabe lo que hay, una manipulación total, tanto en promesas deportivas que luego no cumplirán, como en cláusulas de contrato que desde la valentía y dignidad de Prandelli, monetizan los silencios postreros.

La etapa de Bordalás, honesta, bronca y copera sobre el campo, siempre limitada y condicionada por las decisiones de Meriton, ha finalizado con una despedida ambigua, dócil y muy poco comprometida. Lástima de innecesario final sabor de boca. Lástima de no haber aprovechado  para diferenciar y dejar claro que Meriton no es el Valencia Club de Fútbol.

Lástima de oportunidad perdida.

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