ESA PAREJA FELIZ. 1951.

 Un modesto matrimonio de posguerra, Carmen y Juan, pelean por conseguir un nivel de vida mejor. Carmen gana en un concurso radiofónico la posibilidad de vivir “Un día de ricos”, rodeada de todo tipo de lujos y regalos. Al final comprenderán que no hay atajos para la felicidad y que debe estar cimentada en el esfuerzo y sacrificio personales.

 

En nuestro caso no fue un concurso radiofónico, aunque algunas radios y otros medios de comunicación contribuyeron interesadamente a ello. Fue un proceso de venta tedioso, turbio y arbitrario que desembocó en el premio artificial de sentirnos ricos.

Una vez más los delirios de grandeza que cada cierto tiempo nos autodestruyen y del que parece que  nunca aprendemos: Paco Roig, Juan Soler, Peter Lim…

Más de cien años de historia y aún hay valencianistas que se dejan engatusar con cuentos de príncipes y hadas, con falsos Mesías y Reyes Magos que vienen de oriente y que en vez de repartir ilusión acaban comerciando con ella.

El engaño, el fracaso de las ilusiones como un boomerang que golpea a la esperanza. Y vuelta a empezar pero a una realidad mucho peor de la que partimos en su momento. Con el club más endeudado y las parcelas deportiva y social destrozadas. Sobran ejemplos de que nuestro Valencia ha sido un medio y no un fin en sí mismo, un simple instrumento utilizado con alevosía y nocturnidad para objetivos particulares y completamente distintos a los que prometían.

La película acaba cuando la pareja se desprende de los obsequios y agasajos recibidos, depositándolos en unos bancos donde duermen unos vagabundos. Ojalá nosotros aprendamos y nos despojemos de una vez por todas de esos oropeles y falsas promesas bañadas en oro que no se corresponden con nuestro verdadero ADN: El de un Valencia bronco y copero, forjado en el esfuerzo y la superación diaria. En la voluntad de querer llegar.

Juntos, como Carmen y Juan, siendo conscientes que no hay atajos para la felicidad, conseguiremos recuperar nuestro Valencia y construir su futuro. Será un proceso mucho más largo y cansado, pero inmensamente más digno y gratificante.

Como a los protagonistas de la primera película del maestro, el amor, en nuestro caso al Valencia, nos salvará.

 

AMUNT BERLANGA!

AMUNT VALENCIA!!

AMUNT IMPERIO CHEAUSTROHÚNGARO!!!

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